Iniciamos la publicación de los tres relatos galardonados en el Concurso Literario de AUDEMAC con el que ha obtenido el tercer premio, titulado No elegí ni su nombre y del que es autora Marta Prieto Guinea.

 

NO ELEGÍ NI SU NOMBRE

Íbamos por la autopista A37, camino de Sintra. La carretera seguía mojada, pero por lo menos ya no diluviaba.

—¡Ves, Martis! (así me llama mi amiga June). ¡Ya no llueve! Y hace una tarde increíble —exclamó. Como buena fotógrafa, su pensamiento ya se había ido a jugar con esa luz y esos trazos de azul que se escapaban de entre las nubes.

—Vas muy callada, ¿en qué estás pensando, baby?

—No te enfades —dije—, pero la verdad es que no sé si estoy segura de mi decisión —balbuceé.

—Pero Martis, ¡si lo tienes clarísimo desde hace mucho tiempo! Siempre me decías que tenían que suceder tres cosas: una, no trabajar; dos, no tener que viajar sin parar y tres, tiempo para ti. O sea, tú. Y ahora: jubilada —concluyó.

Siempre he odiado la palabra “jubilada”. Para mí sonaba a acabada, finita, desubicada, archivada en la “o” de olvido.

La única persona que intentó convencerme de mi error fue mi psiquiatra Gloria, que decía que esta palabra venía de “júbilo”: alegría, ilusión, nuevo ciclo vital. Todas las cosas buenas que había querido siempre hacer y que nunca pude.

Y yo, que defiendo que el amor es leal, noble, que te quieren como eres; que te acompaña con silencios y miradas llenas de amor, que no finge, , estaba convencida de que lo iba a encontrar esa tarde en Sintra, y que iba a ser amor a primera vista.

La puerta verde chirrió al abrir. Detrás, nos esperaba Pedro, el criador. June, que ejercía de anfitriona y casi madrina de mi futura compañera, comenzó a explicarle a Pedro todas mis dudas y la necesidad de que fuera perra y pequeña. No fui capaz de entender nada más. El portugués solo se entiende cuando lo habla un brasileño, despacio y cadencioso, con efluvios de cachaça y acordes de bossa nova. Y no era el caso.

Empezó a llover fuerte mientras Pedro nos señalaba unas naves blancas al fondo, a las que había que subir por unas escaleras.

Aceleré el paso y fue entonces cuando vi a un perro color cartón que nos seguía. Todos los demás se fueron a guarecer. Me llamo la atención que me mirara y se quedara sentada bajo el aguacero.

Dentro había poca luz y muchas sombras. Pedro se paró en un corralito, donde entró para coger a uno de los cachorros disponibles. A pesar de ser diminuto, sentí su calor y su miedo. Era color café, esponjoso y suave. En mi mano parecía un donut recién horneado.

—No te puedo garantizar los kilos, lo único es que será pequeño. Y no, tampoco es una perra.

Al salir de la nave, mis ojos se encontraron con el mismo perro de color cartón, pero esta vez como si estuviera colgado en una cuerda de ropa a secar. Empapado era poco.

Y me volvió a mantener la mirada como diciéndome: “yo aquí sigo”.

Sin saber por qué, me volví a Pedro y le pregunté:

—¿Y a este no me lo venderías?

Me gusta su tamaño, su color, su persistencia, y me ha mirado a mí de la misma manera que yo a ella.

No cabe duda de que mi pregunta le sorprendió. Después de breves minutos, dijo:

—Es una perra que pensaba dedicar a cría, pero como tengo también a su hermana, ¿por qué no?

—Pues perfecto. Se viene conmigo. ¿Y cómo se llama?

—Manda Brassa, que en portugués significa sexy.

Yo decidí que con Brasa teníamos suficiente.

Y así fue, sin esperarlo y ya con el nombre puesto, Brasa y yo nos convertimos en pareja de hecho. 

La miembro del jurado Luz Cabello de Alba, nos comenta lo siguiente: 

Se trata de un relato fresco, vital, trepidante.
La autora, en primera persona, se presenta a sí misma como un ser sensible, esteta, deseoso de entrega.
No obstante, está atravesando una etapa donde asoman dudas, donde hay “poca luz y muchas sombras”.
La lluvia persiste; incluso su decisión parece, por un momento, diluirse…
Los acontecimientos pasan veloces, el ritmo es rápido, fluído.
“No elegí” es un abrumador “ la vida me eligió a mí”.
“ Su nombre?”
Su nombre es, ya, irrelevante.

Enhorabuena, Marta!                                                                            

Luz Cabello de Alba.