La noticia nos cayó como un bombazo el lunes. Angelo cesa como director de la Universidad de Mayores desde el 1 de febrero. (the University moves in mysterious ways). Todavía no lo hemos absorbido pero desde AUDEMAC queremos ser los primeros en agradecerle a Angelo todo lo que ha hecho para la Asociación en estos últimos años (y es mucho!) y para la Universidad de Mayores durante 21 años como profesor, jefe de estudios y finalmente director. Ya tendremos la oportunidad para decírselo en persona más adelante. Mientras tanto damos la bienvenida a su sucesor, Carlos Sánchez de la Cruz.

Aquí publicamos el correo de despedida de Angelo que hemos recibido en AUDEMAC:

Universidad de Mayores – Agradecimientos

Queridos todos, 

No hay camino que no tenga un final: mi camino en la Universidad de Mayores terminará el día 1 de febrero. ¿Qué decir?  

En primer lugar, evidentemente, gracias. Decirlo de corazón no es fácil y siempre cabe la duda de que la palabra resuene en los oídos de quien la escucha como algo vacío, como algo de rutina. Para mí, decir gracias, en este caso, es algo debido. Gracias a los equipos de gobierno -rectores, vicerrectores, decanos y directores de departamento de mi facultad- que han confiado en mí a lo largo de más de veinte años; gracias a los directores -Jorge, Alfonso, Isabel- que me han enseñado cómo llevar un equipo (jefes, ¡espero haber sido buen discípulo!).

Gracias a los coordinadores -Alicia, Isabel- que han escuchado y cuidado con esmero a nuestro alumnado; gracias a los responsables de secretaría -Joaquín, Maite, Olga- que han contribuido de manera determinante al crecimiento de toda la estructura (¡te echaré de menos, Olga, y seguiré pidiéndote consejos!);  gracias a los becarios con los cuales nos divertimos recorriendo a galope los pasillos y las escaleras en los primeros años.

Gracias al servicio de pastoral y de sacristía, que nos acoge con los brazos abiertos; gracias a todo el personal de administración y servicios: a los compañeros de información y acogida, secretaría general, caja, títulos, recursos humanos, calidad, económico-financiero… impecables; a los equipos de los diferentes decanatos​, que nos facilitan aulas y espacios; a los creativos de marketing, diseño gráfico, prensa, que cuidan nuestra imagen y nos dan a conocer; a los técnicos de los stic y de audiovisuales, dispuestos a prestarnos su ayuda hasta el infinito y más allá (¡he aprendido tanto con vosotros que hasta podría robaros el trabajo!); a los amigos de culturales, compañeros de mil aventuras; al magnífico personal de reprografía, librería y publicaciones, elegante y paciente; a los chicos de cafetería, que nunca pierden la sonrisa; a los supermen de deportes, que año tras año organizan actividades nuevas (¡algún día, os ganaré en algo!); a todo el personal de oficialía, desde nuestro conserje mayor, referencia segura en todo momento (¡me debes una comida, José Manuel!), hasta las invisibles señoras, que garantizan día y noche la limpieza visible que nos rodea, y a los guardias de seguridad, que nos protegen.

Y, ¿cómo no?, gracias a todos los profesores. Eso de que somos una familia es algo que se dice muchas veces como un simple decir, pero que en nuestro caso sabemos que es cierto: nos unen amistad sincera, gratitud, admiración, hemos aprendido unos de otros, hemos gozado y gozaremos a lo largo de tantos años de algo que no tiene precio.

Finalmente, y también en este caso ¿cómo no?, gracias a todos los alumnos, cientos y cientos y cientos, a los que siempre sonríen y a los que siempre critican, a los muy estudiosos y a los muy díscolos, a los que han llevado el peso de ser delegados y a los que se han dejado llevar, a los presidentes y a los miembros de Audemac (Bruce, I’ll miss you too!): sin vosotros, la Universidad de Mayores no existiría. 

Seguro que me estoy olvidando de alguien: veintiuno años no son pocos y los encuentros han sido muchos. Sin embargo, no me olvido de la necesidad de pedir también perdón: sé que he cometido errores y sé también que no soy consciente de todos los errores cometidos. Aun así, sé que he tenido desde el primer momento el deseo de hacer las cosas bien y sé que, en muchas ocasiones, con la ayuda de todos, lo he conseguido. 

Finalmente, me alegra comunicaros que paso el testigo a una persona valiosa, Carlos Sánchez de la Cruz, al cual podéis dirigiros desde ya para emprender juntos un camino nuevo. Ya le he dicho a Carlos que las auténticas columnas de la Universidad de Mayores sois vosotros y que quedo a su disposición para cualquier cosa.

Una vez más, per aspera ad astra! 

Angelo