Se ha concedido el PRIMER PREMIO en la modalidad ‘Aforifoto’ del Concurso Literario AUDEMAC para conmemorar el XX Aniversario de la Universidad de Mayores a:

María Herrero Cardillo.

Maria (‘Pituca’ para sus compañeros) es una jovencísima antigua alumna de la promoción del 2018 y abogada que sigue ejerciendo. Enhorabuena de nuevo!

Aprovecha la junta directiva AUDEMAC la oportunidad para agradecer al jurado todo su trabajo este año y sus emotivas reseñas para nuestros ganadores.

Gracias Nieves, Conchita y Angelo. Un palabra especial para la mano invisible que ha coordinado el Concurso y el jurado:

Gracias a nuestro secretario, José Ramón Martinez, No sólo es abogado, sino un coordinador nato.

PD Os recordamos la definición de ‘Aforifoto’ en las bases del Concurso;

Aforifoto: Esta modalidad consistirá en la presentación de una fotografía, o composición fotográfica, debiendo entregarse cada foto/composición que se presente a concurso con un aforismo que guarde (una cierta) relación con el lema bajo el que se convoca el Certamen.

Aquí tenéis la obra de María, seguida de otra súper reseña de nuestro querido director, Angelo Valastro.

 

Reseña del Jurado por Angelo Valastro

¡Qué magnífica foto, María! ¡Cuán dura y verdadera! Algunos recordarán la historia de Lot, hombre bueno a los ojos del Señor, idiota a los ojos del mundo. Como a veces sucede, Lot amaba a una mujer egoísta, capaz de declinar pronombres y adjetivos únicamente en la primera persona del singular: yo, mío, miNosotros, nuestro, nos eran para ella conjuntos de letras incomprensibles.

Al atardecer de un día de verano, dos desconocidos llamaron a su puerta: Lot los acogió y decidió compartir con ellos la sal, el bien más raro y valioso. A su mujer, sin embargo, todo eso no le gustó: “¡Mi casa, mi sal, mis cosas…!”. Y todos los vecinos le dieron la razón. Cansado de tanto egoísmo, el Señor decidió destruir la ciudad, pero quiso salvar a Lot y, con él, a toda su familia, mujer incluida, permitiéndoles huir antes del desastre, a condición de no volver atrás su mirada. Sin embargo, ella se volvió y quedó convertida en una columna estéril de aquel mismo bien raro y valioso que no habría querido compartir con nadie. ¿Para qué darte la vuelta? ¿Para ver tu ciudad, tu casa, tus cosas? ¿Para agarrarte a lo conocido, a lo seguro?

¡Qué refrán más estúpido aquello de “Más vale lo malo conocido…”! Cuando nos llama con su voz auténtica, la vida nos invita siempre a romper el cascarrón. Si decidimos no hacerlo, si decidimos seguir con nuestras inercias, por temor a perder lo que tenemos, a no encontrar nuestras cosas en la estantería de siempre, a que otros nos muevan de sitio no sé qué libro que no sé qué día leeré, nos vamos a perder lo bueno por conocer. Y sería una lástima.