Continuamos con la publicación de las obras ganadoras de nuestro concurso literario con la que ha obtenido el primer premio en la modalidad de Relato Breve. Su título es “El Ángel Verde” y el autor Álvaro Gutián de AUMAVIC (Asociación Universitarias Mayores de la Universidad Rey Juan Carlos).
El comentario del poema está firmado por la miembro del jurado Nieves Algaba.
EL ÁNGEL VERDE
Me llamo Abdu, tengo 16 años y estoy al borde de la muerte.
Provengo de una mísera aldea de Senegal que ha sido devastada por guerras tribales, saqueos y hambrunas. Mi familia me animó a huir y MaamRamatulai, la vidente, dio su bendición: había visto en mi aura a un Ángel Verde, un espíritu que me daría protección.
En la patera nos apiñamos más de cien personas, ocho han sucumbido ya. Nuestra situación es crítica. El agua y las provisiones se acabaron hace tiempo y vamos a la deriva. Estamos ateridos y exhaustos, en mitad de la nada; apenas nos quedan fuerzas para achicar el agua que entra por doquier.
Lo peor es la sed. Se me han secado las mucosas, tengo los labios agrietados y la lengua tan hinchada que no me cabe en la reseca garganta. Desesperado, he bebido agua de mar. Tras vomitar me siento deshecho y completamente aturdido.
Entre los pasajeros surgen enajenaciones y episodios de locura provocados por la sed extrema. Uno de ellos, con la cara desencajada, acaba de arrojarse por la borda creyendo ser llamado por su madre.
Intento evadirme pensando en momentos agradables. Recuerdo especialmente los olores: el de mi abuela cuando me arrullaba de niño, el de la ropa recién lavada, el dulce aroma de las viandas del Ramadán…
Mis ensueños se interrumpen bruscamente por un golpe de mar, varias personas se precipitan al agua y se van hundiendo entre gritos lastimeros.
Al poco soy yo el que cae. Me aferro como puedo a un bidón. Estoy agotado, pero mi familia y MaamRamatulai me dan fuerzas desde la distancia. Se hace de día e intuyo a lo lejos una lancha. ¿Será otra alucinación?
He vuelto a tragar agua. Desfallezco entre estertores y, resignado, empiezo a sumergirme en el abismo.En mi delirio, entreveo a un gigante vestido de verde que se lanza a por mí y me saca del mar…
Cuando horas después recupero la consciencia, me entero de que mi salvador pertenece a la Guardia Civil española. Su nombre es Ángel Aldave, mi Ángel Verde.
Álvaro Gutián
COMENTARIO
Estaremos todos de acuerdo en que un buen relato tiene que cautivar desde el principio porque no hay espacio para que el interés llegue más adelante, como puede pasar en una novela. Si, como es el caso, se trata de un microrrelato, la presión es todavía mayor. Y sin duda el ganador de la categoría de este año, Álvaro Gutián, demuestra tener interiorizada esta premisa, pues el comienzo de su obra no puede ser más sugerente: “Me llamo Abdu, tengo 16 años y estoy al borde de la muerte”. A partir de aquí el lector se adentra en el relato descarnado de una travesía que me recuerda en su forma y en su fondo a “La balsa de la medusa” de Géricault. Pero la gran diferencia es que, en nuestro texto, la tragedia no se debe a un naufragio fortuito, sino a la desesperación de quien no duda en arrostrar cualquier peligro con la esperanza de encontrar un futuro esperanzador.
Y de todo ello trata este magnífico cuento escrito con una prosa cuidada y precisa, en el que se diseña a un personaje cuya vida somos capaces de imaginar a partir de las breves pinceladas de la narración.
Solo queda, entonces, dibujar un final… Un final que no voy a desvelar y que, desde luego, no solo no defrauda, sino que constituye un magnífico cierre que, además, y no es poco, nos reconcilia con el género humano.
Nieves Algaba