Nuestra joven y dinámica profesora de arte moderno (‘acólita’ de David) nos escribe desde Porto, donde actualmente vive y trabaja, con las siguientes recomendaciones originales y ‘corporales’,  y con clase de baile suya incluida. ¡No lo perdáis…!

Queridos alumnos lejanos,

Lo primero, darle las gracias a David por su generosidad. ¡Qué maravilla! Lo que habréis disfrutado de Esther Ferrer.

Bucead pero profundo entre sus obras, y saldréis a la superficie emocionados.

Y de emoción es de lo que quería hablar yo, la emoción que sentimos a través de nuestros cuerpos. Estos días pienso mucho en ellos: en como los utilizamos y que poco vivimos en ellos de manera consciente, hasta que, de repente, nos imponen movernos en no más de 20, 30, 60, 120, 200 metros cuadrados y ay. Entonces notamos el cuerpo. Nos acordamos de él.

Así que es una vuelta al cuerpo lo que os propongo. Sintiente siempre, a veces, quizá estos días, doliente. ¡Siempre sintiente! Y me encantaría que pudierais ver la película de Win Wenders dedicada a la figura de la bailarina Pina Bausch: PINA. Si hay algo que me emociona sin remedio, que hace vibrar cada sentimiento de mi cuerpo y, sobre todo, me devuelve la fe en la humanidad es verla a ella, y sentir –que no mirar– sus coreografías. De verdad, me emociona hasta el extremo. Wenders rodó un documental sobre su obra que, de hecho, se estrenó póstumamente para ella. Aquí tenéis el tráiler:

La película completa (En filmin, de pago, pero con subtítulos en español).

La cinta ganó el Óscar a la mejor película extranjera en el año 2012. Eso no es lo importante. Lo importante, de verdad, es que la veáis. No intentéis entenderla. ¡Sentidla!

Como decía, Pina murió durante el rodaje y Wenders estuvo a punto de cancelarlo. Los bailarines de la compañía de Pina –se llama Tanztheater Wuppertal literalmente en alemán ‘el teatro bailado de Wuppertal’– pidieron a Wenders que continuara, y añadieron sus testimonios de la vida con Pina. El Tanztheatheres una corriente de danza, que comenzó en los años ’20 del siglo XX en Alemania y en Vienna, a través de la danza expresionista (¿recordáis la pintura expresionista? Dejad las dos dimensiones y pensarlo en 3D y aplicarlo a los movimientos. ¡Seguro que lo imagináis! Es una cosa muy gráfica).

Una de las cosas más bellas que he visto nunca es ver como gente ‘no profesional’ baila. Pina Bausch trabajaba muchísimo con “voluntarios”: veréis bailarines de vuestra edad en algunas de las piezas de la película, igual que grupos de adolescentes. Todos ellos gente no-bailarina, no-profesional y mucha, sin ningún tipo de entrenamiento previo en danza. No tengo palabras para describir la emoción que me produce ver gente que cree que no sabe bailar, usando sus cuerpos. Veréis que las piezas de Pina Bausch no hablan, como el ballet, de cuerpos perfectos ni de historias perfectas, ni usan coreografías perfectas: son la vida y las emociones en escena, cuerpo en estado puro. Escenarios llenos de sillas con los que los bailarines se tropiezan al bailar con los ojos cerrados, escenas llenos de arena donde rebozarse, agua que cae, cuerpos que chocan.

Ya que David hablaba de performance, y yo empezaba este texto proponiendo una vuelta al cuerpo, os invito a realizar un re-enactment (esta palabreja tan rara sólo para expresar ‘rehacer algo que ya se ha hecho’. Se utiliza al hablar de repetir performances ya finalizadas): una de las piezas de Pina Bausch, Seasons March (literalmente ‘La Marcha de las Estaciones’): una pieza de movimientos vegetales que homenajea el cambio que producen las estaciones. ¿Se atreven a bailar, alrededor del salón? Como celebración de una primavera que hemos tenido el gozo de ver desde la ventana, pero que además podemos recuperar (y recordar) a través de nuestro cuerpo. ¡Celebremos la primavera que trae! Para que no os perdáis, me pongo delante y os enseño los ‘pasos’ –que son tres y bien sencillos–:

Después, podéis bailar siguiendo el vídeo de Pina:

Veréis que ni más ni menos que acompañados por un himno musical, West End Blues de Louis Amstrong.

Para los suertudos (y valientes) con terraza: bailen su performance en la terraza.

Si alguno no se atreve a bailar: disfruten del vídeo y, quizá, cierren los ojos y recuerden los cerezos en flor del valle del Jerte, o de la Quinta de los Molinos; la rosaleda madrileña, abriendo y desplegando sus olores; las mimosas, esos pequeños soles de primavera. Cierren los ojos y noten el viento de Semana Santa, frío pero con ganas de tibieza.

No me queda nada más que añadir. ¡Oh sí! No se olviden de sus cuerpos estos días: quizá estén tristes, reflexivos, bloqueados, asustados. No pasa nada: si así se sienten, así se ha de filtrar. Pero recuerden: ¡estamos vivos! ¡Y podemos bailar! Incluso en 5 metros cuadrados. Bailen un poquito o vean bailar, aunque solo sea por la felicidad que produce.

Miles de besos desde los confines del Atlántico,

Virginia

p.s.: Bonus track: otro baile que me arroba: el videoclip de la canción Fjögur Píanó, del grupo islandés Sigur Ros. Baila Shia Lebouf, un actor de Hollywood que a lo mejor reconocen:

Sigur Ros – Fjögur Píanó from Alma Har’el on Vimeo.

PD En la foto: Virginia (en cuclillas, la única que se atrevía!) con el primer grupo en la Fundación March en diciembre 2019 que disfrutó con ella de la expo “Genealogías del arte”. El segundo grupo no tuvo tanta suerte por una causa de fuerza mayor que cerró la Fundación en plena visita.